Por Pedro Gómez (Preparador Físico Albacete Bpie)
Artículo publicado en «El Confidencial» (23-5-2016)
Cuando la victoria era lo único importante, cuando la intensidad marginó al jugar, cuando un pelotazo era más admirable que un pase al compañero, cuando una patada recibía más aplausos que un regate, cuando los kilómetros recorridos se habían convertido en el mejor curriculum de un futbolista, cuando todo parecía perdido y pensábamos que el fútbol ya no tenía remedio… el de siempre volvió a iluminar nuestra penumbra para evitar un choque sin frenos. INIESTA, una vez más (ya perdí la cuenta), volvió a recordarnos lo bonito que puede ser el futbol porque, y entiendo que estarán de acuerdo conmigo, no se puede jugar mejor a este juego.
Puede que no meta 50 goles por temporada, que su relación con las redes sociales sea bastante discreta, que sus peinados no cambien semana tras semana, que no esté moldeado para el fútbol negocio de hoy en día, pero, y de esto sí estoy seguro, INIESTA es al fútbol lo que Kubrick al cine o Springsteen a la música, un genio. Un genio que entendió a la perfección que el fin nunca justifica los medios. Un genio que sin ser el que más corre, sin ser el que mejor regatea, sin ser el que mejor lanza, sin ser el mejor en nada, es el mejor en todo.
INIESTA reparte las cartas y entiende el juego para hacer jugar a sus compañeros regalándoles situaciones favorables, ajusta su ritmo a las demandas del partido, sabe perfectamente dónde, cómo y cuándo relacionarse, percibe intenciones rivales y con sus paradas y arrancadas desencaja las piezas del rival y desajusta relojes y cuentakilómetros. INIESTA es un tipo que vive permanentemente inspirado, capaz de ver diez cosas distintas donde un futbolista ordinario solo puede ver una porque en INIESTA, la distancia entre su cerebro y sus piernas, apenas es perceptible.
Decía Aldous Huxley que los genios nunca pierden el entusiasmo porque conservan su espíritu de niño hasta la vejez. Supongo que es por esto por lo que el genio de Fuentealbilla juega en el terreno de juego como si lo hiciera en la placeta de su pueblo rodeado de amigos. Absorto en el balón con el único anhelo de disfrutar y hacer que disfruten, para tal vez así, reiniciar el sistema operativo de algunas cuadriculadas mentes y ralentizar la conversión de este bonito juego en un desalmado negocio.
Les aconsejo que vuelvan a ver el partido de la final de Copa del Rey y lo guarden, para que cuando alguien les pregunte qué es el fútbol, puedan limitarse a enseñarles el video y permanecer callados. Porque aunque los del Balón de Oro no tengan ni pijotera idea de lo que va esto, no hay mayor homenaje al fútbol que lo de INIESTA ayer en el Vicente Calderón.
¡Que nadie se confunda la próxima vez!, no es su tez pálida lo que nos encandila al verle, ¡es su enorme talento!. Talento manchego de cuyo nombre, esta vez sí, todos se querrán acordar, porque con esta bandera y este himno, no hay discusión.
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