Por Pedro Gómez
Llevo bastante tiempo en las redes sociales. Intento rodearme de gente cercana al mundo del fútbol ya que, muy sinceramente, estoy convencido que todo el mundo puede aportarme algo y contribuir así en mi crecimiento profesional. Una conversación, una recomendación, una nueva amistad…¡nunca se sabe!.
Lamentablemente, y aunque tampoco es una generalidad, observo ciertos comportamientos que no me gustan nada (comentarios, tweets, ..), sobre todo en estas fechas en las que parece que todos estamos deseando posicionarnos lo más adelantados posible en la salida hacia el ansiado logro de un puesto de trabajo para la próxima temporada.
Creo que el adormecimiento que nos invade en algunos momentos nos impide observar con perspectiva la utilidad que esta interacción constante entre nosotros puede aportarnos a largo plazo si la mejora constante se encuentra entre uno de los objetivos prioritarios en nuestra carrera profesional.
Así, como preludio al que será mi consejo en la entrada de hoy os contaré dos cuentos…. como sabéis, los cuentos están hechos para dormir a los niños y para despertar a los adultos.
El primero, titulado La RANA VANIDOSA, cuenta la historia de una rana muy presumida que vivía en una hermosa charca. Aunque gozaba de una vida cómoda, ya que no le faltaba comida ni compañía, se sentía insatisfecha.
Cada mañana, observaba durante un largo rato, como entre sus tranquilas aguas se veía reflejada, maravillándose de su propia perfección. Entre sus sueños, se encontraba el deseo de viajar a un lugar más cálido, donde supiesen admirar adecuadamente sus muchas cualidades.
Desde la charca, veía pasar las aves que comenzaban a huir al sentir los primeros síntomas del frío. Hasta que unos gansos viajeros le sugirieron emigrara con ellos hacia el soleado sur. Pero había un pequeño inconveniente: la rana no sabía volar.
-Dejadme que piense un momento -dijo la rana -seguro que mi cerebro privilegiado encontrará una solución.
Fiel a la promesa, pronto tuvo una idea. Pidió a los dos gansos que le ayudasen a encontrar una caña ligera y fuerte, y les explicó que cada uno tenía que sostenerla por un extremo. Ella se puso en medio y se agarró a la caña mordiéndola con la boca. Así comenzaron su travesía.
Todo iba según lo previsto cuando al poco rato, pasaron por encima de una pequeña población. Los habitantes de aquel lugar salieron para ver tan inusitado espectáculo. Nunca habían oído hablar de ranas que volasen, y menos utilizando un medio de transporte tan ingenioso.
Elevando la voz, un aldeano curioso preguntó: ¿A quién se le ocurrió tan brillante idea? Al escucharle, la rana no pudo evitar que se le escapara la orgullosa e inmediata respuesta: ¡A míii!
Su vanidad fue su ruina. Aquellas fueron sus últimas palabras. En cuanto abrió la boca, se soltó de la caña y cayó al vacío.
El segundo cuento, LA SERPIENTE Y LA LUCIERNAGA cuenta la leyenda, que una vez, una serpiente empezó a perseguir a una Luciérnaga; ésta huía rápido de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir.
Huyó un día y ella no desistía, dos días y nada.
Al tercer día, la Luciérnaga paró y fingiéndose exhausta, dijo a la serpiente:
– Espera, me rindo, pero antes de atraparme permíteme hacerte unas preguntas.
– No acostumbro dar éste precedente a nadie pero como te pienso devorar, puedes preguntarme.
– ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
– No.
– ¿Te hice algún mal?
– No.
– Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
– Porque no soporto verte brillar.
La luciérnaga se atrevió a recabar esa información, porque quería entender la situación que a todas luces le parecía sin sentido.
Una vez enterada del adormecimiento y la envidia de la serpiente, se limitó a sonreír y volar más alto y rápido aún, con lo que la serpiente se quedó con ganas de ese bocado tan luminoso que demostró estar fuera de su alcance.
En un guiño final de su luz, el bichito alado le gritó a la serpiente, muy encima de ella:
-“Es hora de que aprendas a brillar tu misma de un modo tan hermoso que aún nosotras las luciérnagas, observemos con admiración, tu gran resplandor”
……………………………………………………………………………………………
Nuestro mundo futbolístico (al menos el virtual) tiene bastantes ranas, varias luciérnagas y demasiada serpientes.
Las RANAS FUTBOLÍSTICAS, convencidas de su superioridad y borrachos de deseos vanidosos aportan comentarios y opiniones con más forma que fondo, que no dan pie a la discrepancia y sin lugar a la crítica. Hablan de acontecimientos del fútbol con una facilidad y convencimiento que a mí personalmente a veces me aterra. Aportan verdades y reflexiones dogmáticas intentando sentar cátedra con cada una de sus aportaciones. Destacar por encima del mundo de los que para ellos son mediocres parece ser el objetivo y para tal fín adornan sus comentarios con palabras y expresiones a veces inteligibles que escondiendo el propósito de ser adoradas empiezan a espantar más que a atraer.
Como respuesta a estas ranas, encontramos a las SERPIENTES FUTBOLÍSTICAS. El discurso de estas se construye sobre su incapacidad y falta de entendimiento de algunos aspectos de nuestro contexto. Reniegan automáticamente de cualquier aportación si consideran que esta puede situarles en una posición de partida no deseada. No se paran a reflexionar, ni tan siquiera a escuchar sobre lo dicho. La crítica continua es su forma de decir “aquí estoy yo”. Derrumban opiniones de filósofos (como ellos les llaman) pero no aportan nada personal, no sabemos si por incapacidad o porque tienen miedo a que su metodología revolucionaria sea copiada.
Por suerte, la variedad de nuestro ecosistema nos premia, cada vez más, con la existencia de LUCIÉRNAGAS FUTBOLISTICAS. Estas intentan brillar por sí mismas. Sin compararse con nadie ni devorar a otros animales en su proceso de crecimiento. Tienden a juntarse a sus iguales para aportar más iluminación a la oscuridad del contexto. Destacan por la humildad y naturalidad con la que hacen las cosas. La colaboración e interacción son cualidades que ponen de manifiesto día a día. Reflexionan, aportan y aunque no estén de acuerdo con lo comentado, al menos escuchan y rebaten.
MI AUTOCRÍTICA.
Comprendo que todos los que comentamos con frecuencia y tenemos la osadía de escribir sobre este complejo mundo podemos ser vistos como RANAS que intentan destacar sobre el resto. Personalmente nunca fue mi objetivo. Entiendo que en este mundo tan pronto podemos estar arriba como estar abajo. Estar arriba no te hace mejor de igual modo que estar abajo no te dota de total incompetencia. Ni estoy arriba ni llevo tantos años en el fútbol como para sentirme rana vanidosa. Puede que a veces exprese mis ideas con expresiones cercanas a la complejidad que tanto defiendo en el fútbol, pero las mismas no tienen mayor objetivo que asentar un lenguaje común entre aquellos que nos adscribimos a esta manera de entender el juego. Podría hablar de “limitaciones” en vez de “constreñimientos”, seguramente me entendería más gente…pero considero que hay ciertos conceptos que debemos asentar …aunque a veces parezcamos prepotentes y vanidosos.
Si algo estoy seguro que intento no ser es SERPIENTE….Me gusta compartir e interactuar. Me encanta aprender de todos. Muchos son los que se han dirigido a mí para intercambiar y nunca he recelado de darles mi punto de vista sobre cualquier aspecto, pero de igual modo, son cientos las veces que yo me he acercado y he preguntado a alguien respecto algún interrogante que desconocía. No tengo miedo en decir que no tengo la respuesta de muchas cosas. Siempre digo que la interacción entre nosotros será la que haga que afloren versiones mejoradas de nosotros mismos. Podría citar a muchos amigos de facebook, twitter de los que he aprendido mucho…pero ellos ya saben quienes son….¡Interactúa, ábrete al conocimiento y la reflexión y acabarás dando con ellos!, estoy seguro.
Finalmente, no diré que soy LUCIERNAGA, aunque me encantaría poder serlo. Intento brillar por mí mismo de forma natural. No pretendo brillar para encandilar a los que están cerca de mí….., no es esa la iluminación que busco. Persigo algo más interno, algo más relacionado con mi crecimiento personal. Rodearme de los que para mí sí son luciérnagas es mi día a día ya que no siempre puedo combatir la oscuridad por mí mismo y casi siempre necesito que me echen un cable en mi peregrinaje interno. Escribo, reflexiono, comento, actúo, me equivoco, vuelvo a actuar…con este fin. ¿lo consigo? Quiero creer que sí…
¿y tú?
¿Qué animal vas a intentar ser a partir de ahora?
Un abrazo amigos!!!
Sígueme en : www.futbolcontextualizado.com
esta muy bien
Excelente. Mensaje