Por Pedro Gómez / @pf_gomez
Llevamos mucho tiempo viviendo engañados. Desde niños se nos convenció de que la única manera físicamente posible de creer en algo, era poder verlo. Las cosas había que verlas antes para poder creerlas después. Si no lo veo no lo creo. Un paradigma simplista en el que los testarazos salvadores de Sergio Ramos o las remontadas inenarrables de Neymar y compañía no tenían cabida. Una concepción determinista de la realidad empeñada en arrebatarnos el asombroso e inesperado final de la película.
¿Ver para creer o creer para ver?. ¿Vemos las cosas una vez que han pasado o antes de que pasen nuestro cerebro ya está convencido de que van a ocurrir?, ¿altera el resultado de esta ecuación el orden de sus factores?.
Apuntaba Henry Ford hace años que tanto si creemos que podemos como si no, acabaremos teniendo razón. Sospecho que otorgar este protagonismo a sus creencias positivas fue lo que facilitó su éxito en vida. Seguramente si este empresario Norteamericano hubiera tenido que esperar a ver su éxito antes de lograrlo, éste nunca hubiera ocurrido.
Trasladando esta etérea teoría al fútbol, me reconforta pensar que algo de lo que ocurrió hace unos días en el Camp Nou o de lo que pasa últimamente por la cabeza del central de Camas tiene algo que ver con una cuestión de creencias. Vincular el éxito a la variable creencia es una buena noticia para todos. Si creer de manera incondicional en algo allana el camino hacia el éxito, todos nosotros (sin excepción) podemos reorientar nuestra realidad de manera interesada.
Así, comprobamos como al mismo tiempo que el éxito repetido a balón parado de Sergio Ramos refuerza la creencia que él mismo tiene sobre sus posibilidades, éste consolida la percepción de fracaso de aquellos defensores a los que no les queda más remedio que marcarlo. Si el rematador y el defensor están convencidos de lo mismo, que a nadie le sorprenda que acaben contemplando el mismo panorama. Si tanto un equipo como el otro están convencidos de que el sexto gol llegará y adecuan sus comportamientos a esta posible realidad, que nadie se escandalice cuando éste llegue. El fútbol, como cualquier otro ámbito de la vida, responde al indiscutible poder de las creencias.
Estas creencias no son ideas de la mente sino ideas que poseen a la mente. Infravalorar el poder de las mismas nos impide que optimicemos su manejo. Sin creencia no hay compromiso y sin compromiso el rendimiento se limita. Un jugador convencido multiplica su valía, un equipo convencido construye finales inesperados. El manejo de estas creencias debería incluirse en las primeras lecciones del manual de los seres humanos. La única razón por la que Sergio Ramos seguirá marcando goles no será por errores de marca o defensas insuficientes. La única razón por la que el FC Barcelona seguirá siendo un equipo ganador no irá vestida de negro. Profecías auto cumplidas que en este caso salpican a unos y terminan entronizando a otros.
Entrenadores y técnicos, ¡atiendan a las creencias de sus jugadores!. Comprender el juego y saber desarrollarlo no sirve de nada si tus jugadores no creen en lo que les propones. Ni poseer un método de trabajo actualizado es garantía de éxito ni estar más anticuado es sinónimo de fracaso. El rendimiento final de un equipo de fútbol depende del talento bien gestionado de sus jugadores ¡y de sus creencias!. Si los jugadores no creen en ti, en lo que transmites y en lo que pretendes, ten preparadas las maletas.
Si el futbolista cree en algo, termina viéndolo, pero si sigue creyéndolo, termina creándolo. Un efecto Pigmalión “al gusto” que nos puede alegrar la vida. Un curioso suceso por el que tampoco nos deberíamos dejar confundir, ¿o es que alguien quiere en su equipo a “gorditos tuercebotas” motivados y convencidos?”.
Si quieres saber más sobre el autor y sus reflexiones puedes hacerte con alguno de sus libros en: http://www.futbolcontextualizado.com/
*Pedro Gómez Piqueras es Doctor en CC del Deporte, preparador físico de Fútbol y experto en lesiones deportivas. Autor de ‘Fútbol Insatisfecho’ (2015), ‘El fútbol ¡No! es así’ (2014) y ‘La preparación física del fútbol contextualizada en el fútbol’.